El Estado costarricense se asemeja a un invertebrado gaseoso
El exceso trámites en la gestión pública y la falta de resultados oportunos han venido creando un
clima de malestar creciente. Las cada vez más frecuentes y reiteradas metidas de patas, supuestas
“chambonadas”, que conducen al despilfarro y la corrupción en el manejo de los recursos
públicos. Derechos sociales aprobados sin respaldo económico, así como leyes para corregir males
que no van acompañadas de medios para hacerlas cumplir, son destacados cotidianamente por
los medios de comunicación, generándose una erosión del estado de derecho así como pesimismo
y frustración.
La impunidad que acompaña una buena parte de estos desaciertos y delitos corroe la confianza
ciudadana, desestimula la participación y estimula las alternativas corruptas como vías para
resolver los trámites.
¿Es que nuestra cultura es corrupta y la reproducimos adónde vamos? ¿Es que todo está perdido y
no nos queda más que resignarnos a ser un país tercermundista?