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Los 80 y la guerra centroamericana

Los cambios en las condiciones políticas regionales y mundiales en la década de los 80, entre ellos el triunfo de la revolución sandinista, la invasión soviética a Afganistán y la ofensiva neoliberal anticomunista de Reagan y Tatcher modificaron las condiciones políticas y las posibilidades de alianzas regionales. Los movimientos populares que habían sido percibidos como aliados de las transformaciones agrarias frente a la guerrilla, se convirtieron en peligrosos agentes en las nuevas condiciones. Se mantuvo el flujo de recursos pero se canalizaron a través de los aparatos institucionales y ONG que garantizaran la pureza ideológica y la cooptación y control de estas organizaciones. Se limitó la autonomía y se estimuló el clientelismo y la dependencia de burócratas institucionales o de ONG que condicionaron el uso de los recursos a la lealtad política y no a la eficiencia y capacidad de gestión. Se crearon de esta manera, con el uso de recursos públicos, “liderazgos” y organizaciones donde la corrupción era moneda frecuente.

En otras palabras el control político permitió cooptar las organizaciones a costa de su autonomía y el desarrollo de las capacidades gerenciales. Se crearon en cambio “liderazgos” y organizaciones pasivas frecuentemente corruptas.

Repercusiones de la guerra sobre las empresas de autogestión

La década de la guerra centroamericana desestimuló e incluso reprimió el uso de la metodología en la región por considerarse «comunista». En Honduras como durante el proceso de reforma agraria se habían formado 1063 empresas, sobrevivieron las federación y uniones de empresas asociativas formadas. En Costa Rica con la creación de FECOPA pudieron sobrevivir media docena de cooperativas que formaron el núcleo del sector de autogestión que tomó impulso posteriormente.

La Escuela de Planificación patrocinadora original de la metodología en el país, fue perdiendo interés en ella en la medida que cambiaban las condiciones internacionales y adquiriría rumbos propios.

LA lucha por la paz y La expulsión del partido Vanguardia Popular

El clima de guerra en Centro América amenazaba la paz del país. El partido comunista (Vanguardia Popular) en el que militaba desde 1972 se dividió a raíz de la estrategia a seguir. Yo fui expulsado del partido con el grupo que se aglutinaba alrededor del Secretario General y fundador del partido Manuel Mora Valverde y que conjuntamente con el expresidente José Figueres Ferrer, buscaba soluciones pacíficas para la región.

Con Miguel Gutiérrez Saxe, Gonzalo Ramírez Guier y Jorge Vargas Cullell también expulsados del partido por nuestra posición frente a la guerra, generamos una base de información sobre la situación política y el peligro de que vivíamos de una intervención norteamericana que se tradujo en cuatro libros de difusión masiva: Hacia donde va Costa Rica elaborado por los cuatro; Costa Rica es el nombre del juego de Miguel Gutiérrez y Jorge Vargas; La desinformación de la prensa en Costa Rica compilado por Mario Zeledón; y ¿ Quien quiere la Guerra en Costa Rica? de Miguel Sobrado, Gabriel Coronado y Leda Trejos así como centenares de publicaciones escritas.

Este material sirvió de base para para la campaña televisiva del Comité de Defensa de la Libre Información en noviembre y diciembre de 1985 denunciando el peligro inminente de la guerra. Esta campaña tuvo un impacto fuerte sobre la campaña electoral. Entre otras cosas le permitió al entonces candidato presidencial de Liberación Nacional, Oscar Arias, apoyarse en el clima creado por nuestra denuncia para hacer una campaña light con  jingles musicales a favor de la paz.

Las amenazas y ataques por la prensa hicieron que CODELI se retirara de la campaña a finales de diciembre de 1985. Entonces, en un ambiente tenso, la Coalición Pueblo Unido retomó en enero de 1985 la campaña a favor de la paz.

relaciones exteriores del partido y alianzas internacionales

En 1986, asistí como invitado del Partido del Pueblo Costarricense  al X Congreso del Partido Obrero Unificado de Polonia  (POUP) en el que estuvo presente también Mijaíl Gorbachov,  Secretario General del PCUS. Estuve sentado durante el Congreso muy cerca de donde se encontraban dialogando con gran vivacidad Gorbachov y Wojciech Jaruzelski Secretario General  del POUP. Por el comportamiento corporal era evidente que se entendían muy bien entre ellos. Por esa apreciación y por el tono vibrante de la voz con que leyó Jaruzelski su discurso final, donde remarcó la frase “camaradas estos cambios que se proponen no son ni pueden ser cosméticos” dando a entender que no habría otra oportunidad, fue que me adelanté a los hechos y escribí a mediados de 1989 un artículo en el diario La Nación bajo el título de “Polonia: ¿Un gobierno de solidaridad?” cuando eso parecía imposible.

En centroamérica, mantuvimos contactos con los embajadores de los países que estaban interesados en el Plan de Paz:

 

Me tocó promover en el año 86 la organización, en Moscú  de un seminario conjunto entre el Instituto Costarricense de Estudios Sociales  y la Escuela del Partido, sobre regiones con planes de paz. Nuestra delegación integrada por Miguel Gutiérrez Saxe, Gregorio Bolaños  y yo llevamos el caso de Centro América.  Los soviéticos presentaron con señeros especialistas los casos de Polonia y Afganistán lo que le contribuyó a darle resonancia al Seminario y eliminar obstáculos para hacer llegar al gobierno soviético un mensaje verbal del Presidente Arias.

Como una acotación al margen, pero importante por las implicaciones estratégicas que tuvo para el desastre militar fue el ignorar la antropología. En su intervención el especialista en Afganistan, quien había participado directamente en la guerra explicó que se habían equivocado al pensar que se trataba de una sublevación de campesinos contra los señores feudales. Pensaron que reprimiendo a estos y repartiendo la tierra entre se ganarían a los campesinos, pero esto provocó el efector contrario ya que se se trataba de jefaturas, y no de señores feudales, que debían velar por el bienestar de los más débiles. Al afectar a las jefaturas se ganaron el odio y la repulsa de toda la tribu. Algo similar sucedió con el decreto del gobierno pro-ruso de Kabul eliminando la dote como una obligación matrimonial, que fue interpretado como que las mujeres no tenían precio y pertenecían del primero que se las encontrara.

Visité Corea del Norte para celebrar el 40 aniversario de la revolución. El Partido del Pueblo Costarricense fue invitado y su secretario general Lenin Chacón y yo fuimos los representantes. En el desfile, fue impresionante ver los millones de personas como hypnotizadas frente a su líder. En la cotidianidad se podían percibir indicios de una cultura de terror donde no se permitían los errores. Fue una visita rápida y diplomática en la que no pude conocer realmente el país.

Posteriormente, como responsable de las relaciones exteriores  del partido, viajé con  Alberto Vásquez entonces miembro de la Comisión Política en una gira que abarcó  a Polonia, Hungría, Checoslovaquia y Bulgaria para conseguir respaldo para las políticas de paz. Logramos esbozar una propuesta con los polacos y húngaros respaldada por Bulgaria para realizar en Costa Rica una reunión de los presidentes de regiones con planes de paz. De aceptarse por parte de Arias y los otros presidentes centroamericanos, participarían Polonia y Finlandia; Hungría y Austria; y Bulgaria e Italia. Lamentablemente, ya estaban muy avanzados los preparativos  para la reunión de presidentes de América y tampoco fue tomada la iniciativa con mucho calor por parte del presidente Arias. Según me comentó un exembajador norteamericano cuando le comente esta iniciativa, no era viable regionalmente. Posteriormente hablando con el ya expresidente Arias le dije que tuvo en sus manos la posibilidad de tener otro premio nobel por su intervención en una Europa Central que estaba por transformarse. Él se rio.

A finales de 1989 viajé privadamente a Polonia en medio de los cambios que tenían lugar en toda Europa del Este y pude apreciar, en el caso polaco la transición de una economía planificada a una economía de mercado. De regreso en febrero de 1990 por Cuba, los compañeros del partido cubano me pidieron que me quedara unos días más para que les contara mis impresiones y les tradujera algunos artículos que traía.  Al final se reunieron varios de ellos conmigo y me preguntaron que les aconsejaba. Yo les dije que Cuba iba a pasar por un período muy difícil ya que el mercado común socialista basado en el trueque se había derrumbado y que esto los iba a afectar seriamente. Mi consejo fue estimular la producción campesina abriendo espacio al sistema cooperativo y al  libre mercado, que mientras hubiera comida la crisis era manejable. Me dijeron que eso era muy difícil porque habían tenido una experiencia mala con el mercado campesino en el pasado donde renacían las relaciones capitalistas.

De regreso en Costa Rica decidí apartarme de la actividad partidaria aunque, como se puede apreciar por mis artículos, no de la vida política.

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