Primeras experiencias con conflictos agrarios y Metodología de Capacitación Masiva en Costa Rica

Regresé de Polonia en julio de 1971 y fui contratado por el Departamento de Ciencias del Hombre de la Universidad de Costa Rica para dar cursos de introducción a la sociología a partir de agosto de ese mismo año.

Mi experiencia como profesor fue aparejada de un interés por el conflicto agrario creciente. Empecé a viajar los fines de semana, en ocasiones con estudiantes, a zonas de invasiones y empecé a recolectar información para hacer un libro que esclareciera la naturaleza de los conflictos que la prensa llamaba ‘’invasiones promovidas por los comunistas’’. Había tenido varias experiencias con precaristas, tanto de adolescente como durante mi experiencia guerrillera y sabía que había causas estructurales que impulsaban a la gente a invadir tierras.

Por una parte, por primera vez en la historia del país se habían agotado las tierras baldías de vocación agrícola, tanto producto de la colonización como del acaparamiento de los terratenientes con fines comerciales. Los campesinos se quedaban sin alternativas.

Por otra parte, la ‘’revolución verde’’, incursionaba fuertemente en el agro costarricense, generando una reducción importante de puestos de trabajo. Este fenómeno era particularmente sensible en las fincas bananeras, donde además de agroquímicos se introdujeron máquinas como los aviones, que sustituían a los fumigadores manuales por miles. De tal forma, las fincas que podían llegar a tener 5000 trabajadores, reducían su personal a menos de la mitad lo que afectaba especialmente al personal de más de 35 años cuyos rendimientos físicos decaían.

Convergían entonces, los grupos de campesinos buscando tierra para sembrar con los grupos de obreros desplazados buscando terreno para establecer su vivienda y poder sembrar lo básico para comer, generándose focos presión y conflicto con manifestaciones de violencia creciente en diversas partes del país.

La prensa atribuía estos conflictos a la acción de los comunistas que azuzaban a los campesinos para atentar contra el régimen de derecho del país al mismo tiempo que omitía la información sobre la precariedad de derechos de propiedad aducidos por algunos terratenientes y sobre la violencia con que eran reprimidos los campesinos. Siembras destruidas, chozas quemadas con todas sus pertenencias y campesinos en las cárceles.

Como se podrá ver en los documentos recogidos en el campo y que se incluyen en esta página.  Los derechos existentes resultaban unilaterales, a favor de los terratenientes, mientras los campesinos no estaban organizados y reclamaban los suyos. Fue en última instancia la organización campesina, promovida y sostenida inicialmente por la Federación Nacional Campesina (FENAC), la que les permitió hacer valer sus derechos y conseguir alianzas para encontrar salidas institucionales al conflicto que desbordaba y ensangrentaba otros países de la región.

La investigación, que se realizó en mi tiempo libre, abarcó unos 40 conflictos de invasión de tierras. Algunos urbanos pero principalmente rurales y tenía por objetivos a) Conocer y describir las causas estructurales del fenómeno; b) Elaborar una tipología operativa sobre este tipo de conflictos y c) Conocer el potencial de cambio y transformación que tenían estos movimientos.

Por una parte, quería aportar una visión objetiva sobre el fenómeno que facilitara encontrar soluciones viables al conflicto. Por otra parte, analizar el potencial revolucionario de estos movimientos en las condiciones costarricenses. Por mi experiencia como guerrillero en Nicaragua, conocía de cerca la disposición a la organización de esta población conforme se acercaba la amenaza. Por el diario del Che en la Sierra Maestra, durante la primera fase de la guerra de guerrillas en Cuba, había conocido las condiciones que imperaban en la región denominada Realengo 18 donde prevalecía un fuerte conflicto agrario. Todavía como estudiante en Varsovia había escrito un artículo sobre este caso que fue publicado en Venezuela en el libro “Antropología de la Guerrilla” en 1971.

La investigación fue muy rica aunque sus resultados no se publicaron como volumen académico, ya que los trabajos que asumí posteriormente consumieron el tiempo que pude haberle dedicado. Lo más rico fueron los resultados  e interacciones generadas por el proceso que permitieron encontrar alianzas y caminos de solución a través de y de otros tipos que canalizaron parte importante de la energía del conflicto hacia la generación de ingreso y empleo.

Un papel determinante en este proceso lo jugó Clodomir Santos de Morais entonces funcionario de la Organización Internacional del Trabajo en Costa Rica. Su experiencia previa, con las Ligas Camponesas en Brasil y como ex obrero de la Ford Motor Co en Sao Paulo, le habían llevado a formular su trabajo “Apuntes de Teoría de la Organización” donde sostenía que es el proceso productivo el que configura las “estructuras ideológicas”  y que esto diferenciaba las capacidades organizacionales de los artesanos, obreros y semi-obreros. Estas diferencias inciden en que su comportamiento se ajuste o entre en conflicto con los modelos organizacionales. Fue con ese argumento que logró explicar a don Teodoro Quirós y el equipo director del Instituto de Tierras y Colonización, que por reglamento no aceptaban como beneficiarios del programa de tierras a los obreros bananeros -por no ser campesinos-, que si bien estos no lo eran y por lo tanto no calificaban para parceleros, sí calificaban como socios de cooperativas con división social del trabajo.

Esta aclaración teórica, acompañada de experiencias previas de formación de empresas asociativas en Honduras, abrió las puertas para la promoción y organización de cooperativas con los obreros desplazados, especialmente de las plantaciones bananeras. Por otra parte su concepción teórica fue acompañada de un instrumento técnico: el Laboratorio Organizacional (llamado entonces experimental), una experiencia real y práctica, para ajustar los comportamientos organizacionales a las necesidades de las nuevas empresas. En febrero de 1973 en Batán se realizó, patrocinado por el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO) y el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el primer Laboratorio organizacional para formar cuadros organizadores de empresas asociativas.

No obstante la decisión tomada por don Teodoro Quirós gerente del ITCO de acoger a los obreros desplazados como beneficiarios en forma cooperativa y la puesta en marcha de las primeras cooperativas, pronto aparecieron problemas con la estructura burocrática y fuera de ella.

Para los funcionarios institucionales y empresarios, no era fácil asimilar que se podrían formar grandes empresas con obreros agrícolas y campesinos de bajo nivel educativo. Se consideraba en los medios técnicos y empresariales que “los patas en el suelo” serían incapaces de manejar su propia empresa sin la intervención directa de los técnicos institucionales. Este prejuicio se vio estimulado por la disminución del control que los funcionarios institucionales tenían sobre las decisiones de inversión y el manejo de recursos de las cooperativas. Los socios empezaban a opinar y a dar sus criterios sobre la gestión de la empresa. Pronto crecieron los conflictos. El que se dio en Coopesilencio, poco después de empezar a operar, fue producto de una ofensiva de los técnicos. Estos hicieron llegar al Gerente del ITCO, información relativamente congruente sobre supuestos malos manejos por parte de los campesinos cooperativistas en la toma de decisiones y en el manejo de los recursos de la Cooperativa. La situación parecía tan grave que alarmó a don Teodoro Quirós y lo predispuso a cancelar la experiencia. No obstante, don Teodoro era todo un caballero y antes de tomar la decisión consideró conveniente, por delicadeza profesional, informarme de la situación. Una vez que me expuso el panorama, aparentemente muy serio, y que lo involucraba a él como responsable de los fondos públicos manejados por ITCO, yo le dije que si las cosas eran tal como él me decía yo estaría de acuerdo en la intervención, pero que yo tenía otra información sobre la situación de la cooperativa. Le solicité que llamara a su oficina a los dirigentes de la cooperativa y a los técnicos institucionales y los confrontara. Él accedió y se produjo con resultados muy satisfactorios para los dirigentes cooperativos y para el futuro de las cooperativas de autogestión. En esta reunión se hizo evidente la claridad y compromiso de los cooperativistas y los intereses y prejuicios de los funcionarios, que manejaban en los recursos de las cooperativas incluso en sus propias cuentas personales.

Alianzas estratégicas

La definición compromiso y entereza de don Teodoro en el ITCO fue determinante para la realización de la alianza. En ese entonces, apoyar un movimiento popular campesino, especialmente uno que también era apoyado por los comunistas, no era nada fácil. Don Teodoro tuvo que sufrir fuertes presiones por parte de varios ministros interesados en comprar baratas las tierras abandonadas por la United Fruit Company, sobre la cuales se estaban concentrando las invasiones. Incluso se llegó a pedir, aunque fuera de acta, su renuncia en Junta Directiva del ITCO. Don Teodoro respondió que a él le habían asignado ese puesto para darle tierra a los que no tenían y no a quienes ya disponían de ella. En un documental que le realizó canal 13 un año antes de su muerte, bajo el título de “Un hombre de otra época” se refiere a estas presiones.

El ITCO bajo la dirección de don Teodoro junto con el IMAS bajo la gerencia del padre Alfaro y Dinadeco bajo la dirección de don José Luis González constituyeron la base institucional con la cual pudo realizar su alianza la Federación Nacional Campesina (FENAC) y dar origen al sector cooperativo de autogestión.

Esta alianza se vio muy erosionada con el cambio de gobierno de Figueres Ferrer a Oduber Quirós que apartó a don Teodoro del ITCO para enviarlo de embajador a Rumanía y colocar en la gerencia a José Manuel Salazar Navarrete. Éste no simpatizaba por razones ideológicas con las cooperativas comunitarias a las que llamaba “comunistarias” y presionó para que se parcelaran muchas de ellas. Utilizaba como mecanismo de presión negarles el aval del ITCO para los créditos. Este aval era necesario ya que la tierra estaba inscrita a nombre del Instituto.

El lugar del ITCO en la alianza lo asumió la Universidad Nacional a través de la Escuela de Planificación con recursos de la Fundación Interamericana y CEBEMO de Holanda.

Bajo el gobierno de Rodrigo Carazo con el respaldo del programa de extensión de la EPPS y del Ministerio de Planificación se logró traspasar la tierra a las cooperativas y gestar sector de autogestión por reforma de la Ley de Cooperativas.

La metodología de capacitación masiva

El papel de UNA fue crucial en este proceso. De hecho la Escuela de Planificación y Promoción Social fue fundada por recomendación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura para formar promotores de organización y planificadores del desarrollo. El contexto político agrario prevaleciente en la región, como se mencionó en la página correspondiente, era de emergencia. Los conflictos se hacían cada vez más explosivos y violentos presagiando la guerra de guerrillas que se desató en la región a finales de los setenta y en los ochentas. Como una luz en el fondo del túnel se visualizaban las experiencias de organización asociativa desarrolladas en Honduras e iniciadas en Costa Rica bajo la orientación de Clodomir Santos de Morais. Por tal razón Hugo Fernández Feingold, entonces miembro del gabinete del IICA y amigo y vecino del Pbro. Benjamín Núñez, rector de la naciente Universidad Nacional, me propuso, previo acuerdo con el Rector, elaborar conjuntamente el proyecto de creación de la Escuela de Promoción y Planificación Social.

Se trataba de una propuesta muy audaz por sus implicaciones ya que yo era entonces militante de Vanguardia Popular y el IICA un organismo de la OEA. Parecía que se trataba de algo incompatible, aunque en el fondo la reforma agraria había sido siempre una reivindicación capitalista. De hecho el modelo de la Escuela de Planificación y Promoción Social fue uno de los vectores que definió el proyecto de Universidad Necesaria impulsado por el Rector Núñez que la prensa nacional combatió llamándolo de heredio-comunismo.

Como elemento central en el montaje de la Escuela de Planificación se utilizaría la concepción teórica y metodología impulsada por Santos de Morais en los procesos mencionados.

Se trataba de construir sobre la marcha un modelo promisorio pero inédito, que no había tiempo de probar mucho dada la urgencia de preparar cuadros para el país y eventualmente una región sobre la cual se cernía el espectro de la guerra agraria.

La concepción teórica en cuanto a los condicionamientos organizacionales no presentaba muchas dificultades, pero no así el método de ajuste de dichos ajustes a las necesidades de la organización con división social del trabajo: el Laboratorio Organizacional. Yo mismo participé todavía como profesor de la Universidad de Costa Rica, en el Laboratorio de Batán en febrero de 1973 para formar cuadros organizadores de empresas con delegados de las cooperativas en formación en diversas partes del país, funcionarios institucionales y un puñado de estudiantes de la UCR. En total 90 participantes que permanecimos en las instalaciones del ITCO durante 13 días.

La experiencia de organización fue muy intensa alrededor de las metas que las comisiones y la Asamblea fijaron para el periodo. Todo esto en condiciones de autonomía plena del grupo. En esos 13 días se cambió de directiva y se reorganizó la empresa de auto capacitación varias veces adquiriendo cada vez más complejidad y eficiencia en las metas que se habían establecido. Cada cambio obedeció a un ajuste en las formas y procedimientos de organización y demandaba mayor atención y seguimiento de los planes de trabajo. El proceso produjo ajustes significativos en la capacidad organizativa del grupo y contribuyó de hecho a la formación de los “cuadros organizadores de empresa” que una vez terminada la experiencia contribuyeron al desarrollo a sus respectivas cooperativas. Aunque los cambios y transformaciones principales se apreciaban en el comportamiento organizacional del grupo, el impacto que el proceso tuvo sobre sus integrantes, aunque diferenciado por su intensidad, fue de gran magnitud personal. Los que entramos a la experiencia no fuimos los mismos que salimos de ella después de poner en marcha los planes de trabajo (PT) y encontrar en el informe y balance crítico (IBC) posterior las causas de los malos resultados en la inercias personales y las necesidades de ajustar los mecanismos a las exigencias de la división social del trabajo de la nueva organización.

En el Laboratorio participé en la comisión que editaba el periódico y organizaba los asuntos culturales. Durante la experiencia tuve la oportunidad de observar la congruencia entre la teoría de la organización y el comportamiento de los miembros de los equipos de fútbol que en un caso estaba integrado por obreros de Batán y en el otro por campesinos guanacastecos. Los resultados fueron apabullantes para los campesinos que se hacían pases entre conocidos, mientras que los obreros jugaban como equipo. Algo similar sucedió en el juego de Ajedrez donde los campesinos movían las fichas como si fuera tablero, mientras que los obreros seguían las reglas con mayor facilidad. En general los resultados de la encuesta sobre habilidades musicales marcaron también claramente la diferencia entre los campesinos que tocaban solo guitarra y los obreros que tocaban batería y varios instrumentos de música. Esto es reproducían incluso en su vida cultural el trabajo en equipo.

Fue una oportunidad de ver operando en los procesos prácticos a las categorías teóricas sobre los estratos sociales y su comportamiento organizativo elaboradas por Santos de Morais, al mismo tiempo que nos encontrábamos en un método que permitía ajustar los comportamientos  y darle el poder de la organización al grupo en un período relativamente corto. Esto era un descubrimiento muy importante para quienes pensábamos en la transformación social de nuestros países, ya que nos daba una orientación y un instrumento de cambio que despertaba capacidades y potenciales subyacentes en las personas y grupos.

Los logros iban mucho más allá de las socio técnicas que impulsaba la micro sociología para “tomar conciencia” de situaciones. El método, al capacitar en organización y poner en marcha proyectos de la gente de forma masiva, generaba un poder de acción para realizar un proyecto específico, pero abría las puertas a la participación en contextos cívicos mayores. No es por casualidad que se utilizara, mientras existieron condiciones políticas, en los procesos de reforma agraria de la época y contribuyera a la formación de movimientos sociales de relevancia en la región.

Una deuda pendiente: el atropello de los colonos y grandes terratenientes sobre las reservas indígenas

Durante mi investigación sobre los conflictos agrarios me tope en los años 70 con el problema de la usurpación y atropello de que eran víctimas los pobladores originales incluso en las denominadas reservas indígenas de la zona sur, especialmente en las de Cabagra y Boruca formalmente protegidas por Ley.

De hecho si se trata de hacer una historia de las usurpaciones de tierras en nuestra América en todas partes empiezan con la llegada de los conquistadores. El problema es aún en la República con un regímen social de derecho que formalmente protege los derechos de la población originaria, estos atropellos han continuado.

Con la creación de las reservas indígenas se le asignó al Instituto de Tierras y Colonización (ITCO), hoy en día Instituto de Desarrollo Rural (INDER) la medición y protección de dicho derecho. Logre obtener un plano elaborado por el ITCO en 1970 donde se mostraba el nivel de usurpación por colonos blancos algunos extranjeros con centerares de hectáreas. Logre conocer la frustración de los funcionarios por la laxitud de los tribunales y de los centros de decisión política para hacer respetar las reservas indígenas. Pude fotografiar algunas cartas notificando la usurpación y solicitando el correspondiente desalojo, que se incluyen en la página de conflictos agrarios, que fueron ignoradas por los usurpadores y el aparato institucional.

Le estoy entregando los planos y documentos a la sede Brunca de la UNA para que los ponga a disposición de los indígenas organizados.

La Escuela de Planificación y Promoción Social y la Capacitación Masiva

La teoría y el método que nos aportó Clodomir Santos de Morais tuvo amplia difusión en la región, aunque el clima de violencia agraria no siempre la estimuló. Su impacto mayor estuvo en el proceso de reforma agraria de Honduras y de ahí trascendió a México, Portugal y varios países de África como se detalla en el libro «Un futuro para los excluidos» EUNA 2004. No obstante, para los propósitos de esta página nos limitaremos a sus alcances en la actividad universitaria en Costa Rica, tanto en la docencia como en la extensión y las relaciones de colaboración con IICA.

Cuando Hugo Fernández y el Pbro. Benjamín Núñez me plantearon crear la Escuela de Promoción y Planificación Social en la UNA, utilizando la experiencia que veníamos desarrollando con los grupos de campesinos y obreros organizados en Cooperativas, mi primera reacción fue negativa. Ni la estructura universitaria de educación estándar masificada, ni la carencia de residencias y becas eran condiciones favorables para la experiencia. Además había que construir casi de cero y con muy poco personal calificado. Cómo la Universidad se encontraba en su fase genesíaca algunos obstáculos fueron posibles superar como el de tener a título experimental un carácter más flexible con la forma de impartir los cursos y algunos recursos para becas y residencias. No obstante, la carencia de personal calificado y con experiencia, fue un obstáculo superado solo parcialmente por los exiliados chilenos, brasileños y argentinos.

La carrera se inició sobre una estructura básica que incluía la organización autogestionaria del personal docente, con participación de los estudiantes y administrativos. El currículo incorporó varios módulos prácticos en docencia incluyendo dos Laboratorios: uno de ingreso a primer año y otro para aprender el método en el tercer año.

Además de la docencia la EPPS tenía un programa de investigación y otro de extensión.

En investigación desarrollo, entre otros, dos grandes concursos de autobiografías. Uno de campesinos en que se recogieron 908 autobiografías y otro con obreros y artesano que recogía más de 400. Una recopilación de información, cuyo valor crece con el tiempo, sobre la visión y práctica laboral y política de al menos tres generaciones de costarricenses. Lamentablemente las autobiografías de obreros y artesano no fueron publicadas y permanecen en los originales en la biblioteca de la UNA:

El programa de extensión de la EPPS se inició con un equipo de profesionales en diversas áreas para atender las necesidades de capacitación de las cooperativas autogestionarias nacientes. Este programa tuvo el respaldo financiero para la compra de equipo y salarios, como se mencionó anteriormente, de la Fundación Interamericana.  La organización CEBEMO de Holanda facilitó recursos para el desarrollo de un centro de capacitación y de mercadeo que se le trasladó posteriormente a la naciente Federación de Cooperativas FECOPA.

 

Este programa se mantuvo hasta 1982 y durante este período fue que se logró el traspaso de las tierras a las cooperativas, que se mencionó anteriormente. También durante este período la EPPS vendió servicios de capacitación en Guatemala, El Salvador, Colombia, República Dominicana, entre otros, contratada por el IICA.

En la Universidad Nacional fui profesor durante 40 años, tiempo en el que además de las clases y extensión, desarrollé diversos tipos de actividades académicas de las cuales se pueden ver algunas aquí:

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