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Nací en junio de 1942 en la provincia de Guanacaste en el noroeste del país, de donde era mi homónimo padre. Fui el segundo de 8 hijos y 3 hijas. Tendría muy pocos años, tres o cinco, cuando la familia se trasladó a San José, después de que mi padre tuvo que vender su hacienda. En San José crecí más cercano de la familia de mi madre que de la de mi padre ya que él era el menor de los hermanos y los primos paternos nos adelantaban en edad. No obstante nunca perdí contacto con la cultura guanacasteca por la presencia y visitas de parientes y conocidos de esa provincia.
Fotos de las familias Sobrado García y Chaves Arias antes de mi nacimiento:
Mis inquietudes políticas habían empezaron en la adolescencia en contacto con exiliados de las dictaduras latinoamericanas que residían o pasaban por el país. Revistas como Bohemia que se encontraba en todas las barberías de la época informaban gráficamente sobre las masacres y asesinatos que cometían los dictadores caribeños como Fulgencio Batista de Cuba, Rafael Leónidas Trujillo de Dominicana, también informaban sobre las víctimas de las dictaduras en Centroamérica, Colombia y Venezuela.
En estas fotos estoy con mi compañero y cómplice Edgar Roble. Escribíamos un periódico clandestino llamado El Vengador Errante donde contabamos los chismes del colegio. Además nos reuníamos a jugar al ‘movimiento 15 de setiembre’ que fue una ocurrencia mía en la que buscábamos ‘devolver Belize a Centroamérica’.
Además, conocí a través de relatos de mi padre la lucha de Sandino contra la intervención norteamericana, en el país «donde el ratón le pega al gato» y su triste suerte, lo mismo que la intervención de patrocinada por la United Fruit con el respaldo del Departamento de Estado de los Estados Unidos contra el gobierno legítimo de Jacobo Arbenz en Guatemala. Por eso seguí con gran atención la lucha guerrillera de Fidel Castro en Cuba, y su triunfo en 1959 encendió la esperanza, no solo mía sino de gran parte de la juventud de entonces, de que no existían determinismos y que las cosas podían cambiar para bien en América Latina. Por tal razón empecé ayudando a los revolucionarios nicaragüenses a trasladar armas a la frontera y terminé incorporándome a la guerrilla.
Hice mis estudios primarios alternamente en el Colegio de los Ángeles de los padres dominicos y el Colegio de La Salle. La secundaria la inicié en el Colegio de la Salle después de una breve experiencia en el aspirantado a hermano de la Salle. Continúe en el Colegio de los Ángeles, aunque la terminé en nocturno Justo A Facio. Varias razones motivaron estos cambios, pero la más importante es que en el año 1959, cuando debería estar cursando 5 año de bachillerato me incorporé a la guerrilla nicaragüense que operaba en la región fronteriza liderada entonces por Indalecio Pastora. Ese movimiento estuve tres meses hasta que caí preso de la policía fronteriza costarricense.
Después de una corta estancia en la cárcel, entré a trabajar en el Banco Nacional de Costa Rica en 1960 y realicé simultáneamente en jornada nocturna mis estudios de bachillerato. De mi trabajo en el Banco Nacional debo decir que fue una de las experiencias de aprendizaje en mi vida, no tanto por el conocimiento técnico, que era básico, como por el aprendizaje sobre la política nacional y regional. Por mis manos pasaron, en los archivos, los movimientos diarios de todo el quehacer del Banco que era entonces el más importante de país y de la región y pude prever desde golpes de estado en países vecinos hasta arreglos políticos locales. En ese Banco aprendí también el revelado y el manejo de la fotografía.
En 1961, siempre trabajando el Banco Nacional, ingresé a la Universidad de Costa Rica en jornada vespertina, a Estudios Generales y posteriormente a la Facultad de Ciencias Económicas, a la carrera de Administración. La simpatía por la revolución cubana me llevó a ser parte del Comité de Amigos de la Revolución Cubana donde conocí e hice amistad con muchos comunistas. Esta relación polarizó las reacciones en un entorno político de creciente anticomunismo en los medios de comunicación y de anatema y exclusión en medios sociales y políticos, pero al mismo tiempo me introdujo en la vida política universitaria. Poco a poco la represión y la intolerancia hacia los que simpatizábamos con la revolución cubana me fueron acercando a los comunistas.
En la Universidad de Costa Rica, además del conocimiento adquirido en los cursos con profesores apasionados con su profesión, pude relacionarme con la política universitaria como representante estudiantil de la Facultad y establecer contactos con la política nacional y relacionarme con personas que quienes serían futuros presidentes, diputados y ministros de la república.
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