Tanto los sistemas fascistas y los de partido único como el Partido Comunista de la Unión Soviética o Partido de la Revolución Institucional (PRI) de México como las socialdemocracias en sistemas multipartidistas, una vez en el poder pretendieron y lograron en el tercer mundo, cooptar la organizaciones de los sectores populares como u componentes del poder político.
La subordinación de los sectores populares se promovió de diferentes formas dependiendo del tipo de régimen, pero siempre utilizando los recursos públicos para promover liderazgos a cambio de lealtades. Estas lealtades conllevaron un deterioro de la gestión propia. Generaron un clima autoritario que limita y reprime las iniciativas que demanda el desarrollo de las organizaciones, donde no interesa la eficacia, como el estar “bien apuntado” en el servicio a los jerarcas. Es un contexto donde se abren las vías para los manejos turbios, la corrupción y el debilitamiento e incluso la quiebra de las cooperativas o sindicatos, lo que conlleva la desmoralización, el desprestigio de este tipo de organizaciones.
Donde ha imperado el tutelaje, se ha generado animadversión y desconfianza hacia todo tipo de organización cooperativa, comunal o sindical. La política basada en este modelo de organizaciones manipuladas desde el poder, no solo ha fracasado y desalentado la organización de base, sino que ha desprestigiado la vía de la autogestión cooperativa, sindical y comunal como una alternativa a la crisis contemporánea.
La creación de empleo y ocupaciones
El cambio tecnológico contemporáneo desplaza aceleradamente cada vez más puestos de trabajo, creando una exclusión masiva de amplios sectores de población que las políticas sociales asistenciales tradicionales ni la manipulación institucional clientelista no pueden mitigar ni enfrentar.
Adam Schaff en su visionario trabajo de 1982 “Que futuro nos aguarda”, señalaba que la sociedad post industrial, requería además de empleos, de la creación de ocupaciones en las comunidades para atender a las nuevas necesidades. La población cada vez más envejecida demandaba cada vez más atención en salud, aprovechamiento del ocio y tiempo libre; por otra parte de la juventud, que veía prolongarse los requerimientos de preparación y capacitación para un mundo cambiante sin posibilidades de salir de la casa de sus padres, necesitaba de nuevas condiciones y servicios.
Schaff consideraba que resolver estos problemas exigiría políticas y recursos del Estado, pero no para inflar una burocracia centralizada que había demostrado su ineficacia, sino para ser manejado por las mismas comunidades respondiendo sus necesidades. Esto además lo considerable posible por la riqueza creciente aportada por el desarrollo tecnológico que abría las puertas a la humanidad, tanto para un paraíso de bienestar como para un infierno nuclear dependiendo del talento de la gestión pública. Consideraba que una sociedad organizada podría estimular a una burguesía inteligente a entender esta situación y conseguir las transformaciones necesarias para superar la descomposición social creciente y el caos, impulsando el progreso global con un tejido social sano y en paz.
Por suerte el mismo cambio tecnológico está revolucionando las formas de organización, estimulando a su vez la gestión descentralizada y experiencias de autogestión cada vez más consolidadas que abren un sendero de esperanza capaz de responder a las necesidades de las nuevas realidades.
La creación de capital social y la organización autónoma
En este sentido existen condiciones favorables y experiencias como la del método moraiseano de capacitación masiva, de origen latinoamericano, han generado resultados destacados con la participación de los excluidos en la gestión comunal y económica en tres continentes. Un método, que como veremos en un próximo artículo, ha logrado, abrirse paso a contrapelo de las estructuras clientelistas y desencadenar las fuerzas locales apoderándolas de organización autónoma. De especial relevancia en la actualidad es la experiencia Sur Africana, que ya tratamos en un artículo anterior, donde en 49 municipios de seis provincias se desarrollan exitosamente iniciativas de participación en los poderes locales para resolver sus necesidades comunales y productivas. Una opción exitosa de poder descentralizado autónomo en confrontación activa frente a los caciques tradicionales.
Este método lo que hace es sistematizar las experiencias de las organizaciones de base exitosas antes de caer en las garras de los comisarios políticos y las estructuras clientelistas. Perfila el camino que genera ciudadanía y proactividad en la vida económica y social, que es el camino del futuro.