Hay que propiciar la articulación de la economía como un todo, e integrar progresivamente su sector tradicional con el moderno. Esto no solo es posible sino necesario para un desarrollo equilibrado y sustentable. Es importante la atracción de nueva tecnología y la de capital externo para impulsar las ventajas comparativas del país, pero esto es insuficiente sin procesos de encadenamiento del sector tradicional.

Experiencia china. La experiencia china que, por desconocimiento, a menudo se la cita como ejemplo de desarrollo generado por la inversión extranjera tiene su origen en la reactivación del mercado interno a raíz de la reforma agraria iniciada en 1978, que generó gran cantidad de excedentes en 800 millones de campesinos, estimulando el mercado local y la economía. Después vinieron la zonas económicas especiales, creadas bajo el principio de “construir nidos para atraer las aves”, donde, de acuerdo con las prioridades económicas regionales, se estimuló la inversión de capital nacional y extranjero. En todo momento se invirtió no solo en infraestructura, crédito y facilidades fiscales, sino también en la formación del capital humano requerido para el desarrollo.

Hoy en día, después de concentrarse por décadas en la exportación, sin abandonar lo local, la economía de ese gran país se apresta a profundizar en el desarrollo del mercado interno.

Costa Rica. En Costa Rica, dejamos por fuera de los estímulos y ventajas fiscales al capital nacional, lo cual limitó los encadenamientos, y, lo que es peor, no “marcamos la cancha” a la inversión extranjera, de tal forma que ha sido esta, y no los intereses nacionales o regionales, la que ha definido las actividades de inversión. Y así, aunque ha crecido un sector moderno de la economía, que genera divisas y un empleo calificado –importante pero limitado en número, con pocos vínculos con los sectores tradicionales–, estos, que a su vez ocupan la mayor parte del empleo, languidecen sometidos a una creciente competencia externa.

¿Es posible establecer vasos comunicantes entre ambos sectores? Sí lo es, tal como lo perfilan prometedoramente algunas experiencias en el país que, sin tener, como en China, respaldo activo de políticas nacionales, han abierto espacios regionales generados por comunidades y empresas, creando redes y encadenamientos productivos y de servicios cooperativos como Coopeagri, en Pérez Zeledón, o, en el ámbito local, redes como el Hotel Punta Islita, en Bejuco de Nandayure.

La política pública debe estimular, por una parte, la formación del capital humano y el conocimiento en general sobre los recursos regionales y locales, y, por otra, fomentar el desarrollo de infraestructura, el crédito y ventajas fiscales para facilitar los encadenamientos y la cooperación del sector tradicional con el sector moderno, especialmente con aquel de tipo sustentable.

Se trata de estimular las actividades modernas de servicios y producción basadas, por una parte, en el conocimiento y, por otra, en la riqueza biológica del país, tales como la pesca sostenible, la nanotecnología, así como la agricultura agroecológica y la orgánica. Actividades que, en primera instancia, abran espacios y posibilidades de incorporación a través de procesos de capacitación en elaboración de proyectos, con incubadoras regionales, a los sectores más avanzados.

La política de los gobiernos nacionales y locales debe orientarse al sector tradicional más avanzado con servicios de información y crédito. La banca de desarrollo, que ha estado ausente tanto para este sector como para el moderno sostenible, debe ponerse a funcionar a la mayor brevedad posible, estimulando, con puntos en el otorgamiento de los créditos, la capacitación de los emprendedores en el diseño de sus propios proyectos productivos.

En todas las zonas donde predomina la economía tradicional es fundamental impulsar con las políticas públicas la instalación de inversiones, especialmente nacionales, que estimulen encadenamientos y formación de capital humano.

Promover la alfabetización empresarial en las regiones carentes de empleadores, con bajo nivel educativo de la mano de obra, donde existe población en condiciones de vulnerabilidad social, por lo general exobreros o peones, y donde la única alternativa es generar el propio empleo, aprovechando los nichos de mercados tradicionales o emergentes.

Desarrollo. En otras palabras, se debe buscar el desarrollo estimulando el aprovechamiento de las ventajas comparativas locales, con la formación e integración del capital humano con el medioambiente. ¿Puede resultar utópico este planteamiento? Para quien no desea conocer otras experiencias exitosas a nivel mundial, lo puede ser, pero existe conocimiento, experticia y tecnología, y capacidad en la región, como el programa “Fome Cero” de Brasil, y, en nuestro propio país, redes cubriéndolo y poniéndolo en marcha para arrancar con un nuevo estilo de desarrollo.