Tres proyectos de colegiales costarricenses, escogidos por Intel entre 1.600 seleccionados de más de 7 millones de participantes de todo el mundo, nos obligan a reflexionar respecto al potencial creativo existente entre nuestros jóvenes, cuando se valora lo local y se actúa con voluntad, y el potencial del sector moderno sostenible.
Colegios públicos. En primer lugar, llama la atención que no se trata de estudiantes de colegios privados ni de grandes instalaciones y recursos, sino de modestos colegios públicos como los de Paraíso, Desamparados y Talamanca.
Llama la atención que, en todos los casos, la innovación se hace para responder a necesidades concretas utilizando los recursos existentes.
En el caso del colegio de Sixaola, en Talamanca, situado en una de las regiones más deprimidas del país, carente de infraestructura adecuada y de laboratorios, se logra desarrollar un biofermento microbiano que elimina la monilia del cacao –una plaga que afecta este cultivo reduciendo los beneficios del productor nacional– con una efectividad de 97% y muy bajo costo, lo cual contrasta con el alto costo, y efectos limitados y contaminantes de los agroquímicos.
Esfuerzo conjunto. Este logro no es casual, pues obedece a un esfuerzo sostenido de este centro educativo y de la profesora de Ciencias Laura Castillo Mejías, que, dicho sea de paso, tiene más de ocho años de impulsar soluciones locales participando activamente con sus estudiantes en los premios nacionales de Ciencias.
Para la consecución de sus metas académicas, esta profesora ha partido del conocimiento de las experiencias innovadoras locales, y gozado, además, del estímulo y respaldo del agricultor e ingeniero Luis Rodríguez Gómez, propietario de la finca agroecológica Utopía, una pymes local que, en años anteriores, facilitó equipo de laboratorio, así como de la empresa Soluciones Biológicas del Caribe, de la cual es socio Rodríguez, que ha aportado materiales y microorganismos para facilitar los procesos de investigación.
Como se puede ver, se trata de una combinación de talentos e intereses locales, tanto académicos como empresariales (pymes), que, partiendo del estudio de las mejores prácticas y de los recursos existentes, crean ciencia y tecnología innovando en el conocimiento y abriendo nuevas esperanzas para el desarrollo local y nacional.
Alianza estratégica. Todo lo anterior se constituye en una alianza estratégica entre el sector moderno sostenible de la economía y el sistema educativo para hacer avanzar, con perspectivas de modernización y competitividad, al amplio sector de la economía tradicional.
Dos preguntas que surgen de esta experiencia son las siguientes: ¿dónde está la Banca de Desarrollo, que tiene ¢350.000 millones engavetados? y ¿habrá incentivos, por parte del Ministerio de Educación Pública, para este tipo de docentes creativos?
Esperamos que pronto se perfile el respaldo a los nuevos caminos que se están creando.