Viaje de exploración en enero de 2018… Un popurrí de experiencias y vivencias.

 

En la literatura china hay una importante saga histórica que ha inspirado varios elementos de la cultura mundial, incluyendo la conocida caricatura de televisión llamada Dragon Ball Z. Se trata de la Peregrinación al Oeste, que relata el viaje de un joven monje, Shanzang, desde la capital china de Xi’an hacia la India a recoger la sabiduría de los textos del Buda. En su viaje el monje es acompañado por un mono viejo con poderes supernaturales, un guerrero astuto y casi invencible que ha luchado con éxito hasta contra los dioses del Palacio de Jade.

Muchos años después, dos valientes viajeros emprendieron su peregrinación. Fue en el Aeropuerto Internacional de Hong Kong donde se encontraron los dos: un antiguo ser, que no era exactamente un mono… con un joven en busca de sabiduría, que no era exactamente un monje.

Antes del vuelo el joven dijo que no iban a tener ningún problemas en encontrarse, ya que el aeropuerto de Hong Kong no es tan grande… y resulta que es uno de los más grandes del mundo. Sin embargo, ahí en el medio de la multitud se encontraron.

Mientras que Shanzang, el monje, y su mono acompañante tenían que buscar la sabiduría escrita del mismísimo Buda, nuestros dos protagonistas modernos tuvieron que armarse con cámaras para documentar su viaje en las redes sociales, fotografiar bellas musas y llevarse de vuelta a casa grandes enseñanzas de las tierras lejanas.

Como todos los buenos grupos, siempre se va a la velocidad del más lento. Cuando Shanzang tiene que descansar, el grupo descansa. Un viejo sabio una vez dijo: solo se va más rápido, pero juntos se llega más lejos.

El más joven intentó religiosamente apegarse a la profecía de los diez mil pasos, pero esto no siempre fue fácil. Además, noto una curiosidad. ¡El nivel de cansancio del ser antiguo tenía un efecto sobre el mundo físico! Por alguna razón misteriosa, cada vez que se cansaba el viajero mayor, sus entornos cambiaban. De un mira que interesante las cosas empezaron a ser una mierda o hasta una cosa fea. Esto fue un fenómeno bastante preocupante, hasta que se dio cuenta que el antídoto al cansancio era una poción amarga traída desde África junto con un algún dulce y un masaje tailandés ocasional.

Nuestros viajeros modernos, como Shanzang y su mono acompañante, pasaron miles de ríos, puentes,… ciudades, pueblos, montañas.

En Bangkok  la capital del reino de Tailandia, una ciudad con problemas de congestionamiento peores que San José descubrieron que establecer trenes aéreos de alta velocidad, manteniendo los tuk tuk y los autobuses desvencijados, mitiga el problema pero no lo resuelve.

En esta extraña tierra los habitantes comen arroz con mango, un plato que el aventurero mayor consideraba tan absurdo que lo utilizaba como frase para describir cosas que no tienen sentido. Cierto, nunca más volvió a considerar el arroz con mango como estupidez después de probar ese plato dulce después el cafecito ceremonial. Eso sí, nunca pudo hacer amistad con la ferocidad del chile en una auténtica sopa Tom Yum tailandesa, que calificó como una barbaridad.

En Tailandia también vistaron  Pattaya. Nuestros aventureros pasaron por  “El Real Mercado de Carne”: La Walking Street bendecida con el retrato real.

En el reino de Camboya atravesaron las ruinas de Lara Croft, vieron las cicatrices sociales en la tierra de una guerra moderna…

Descubrieron en las paredes de un palacio construido hace mil años el grabado de un dinosaurio que desapareció de la faz de la tierra hace millones de años y pirámides y arte muy similar al Maya.  Se preguntaron sobre las raíces culturales del ADN centroamericano.

Después de viajar por los dos reinos anteriores llegaron a la república de Vietnam, país sobre el cual los norteamericanos dejaron caer más bombas que en toda la segunda guerra mundial.

En ese país encontraron una diversidad nacional, con gran organización histórica para mitigar los embates de la naturaleza y la serie de invasiones externas.

Una historia donde se gestó el concepto y la práctica de la “guerra de todo el pueblo”   basada en la organización de las comunidades que  les permitió vencer al mayor ejército del mundo.

Mostrando un dinamismo extraordinario, expresión de la organización y heroísmo reconstructor, pero sobre todo por el espíritu de innovación y participación de las comunidades en la defensa y  reconstrucción de un gran país.

Como todos los buenos viajes, terminaron donde empezaron, más ricos en experiencias y chucherías, y más pobres en casi todo lo demás. La meta se cumplió. Hicieron su peregrinación y regresaron a casa con nuevas inquietudes, conocimientos y sabiduría.